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marzo 11, 2005

Rumbo a Cayos Cochinos. Viernes, 11 de Marzo de 2005

BY: Maribel Lopez

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Tras haber dejado atrás el Canal de Panamá y las decenas de barcos anclados que estaban frente a Colón esperando tener paso para el Pacífico, hemos puesto rumbo al Norte a través de las aguas de Panamá, Costa Rica y Nicaragua. Llevamos casi 400 millas recorridas desde entonces y, salvo ayer, que tuvimos en ocasiones olas de más de dos metros, la navegación ha sido bastante tranquila. Nos mantenemos a bastante distancia de la costa, quizá por eso no hemos visto prácticamente nada; ni barcos, ni delfines y casi ni aves marinas. Sólo tres gaviotas ( Larus spp. ), dos pardelas ( Puffinus spp ) que se encontraban descansando sobre maderos a la deriva, y un charrán real ( Sterna maximus ) que cruzó nuestra proa. Esta zona de Centroamérica corresponde con la famosa – pero poco frecuentada – Costa de los Mosquitos, popularizada hace una década por la película de Harrison Ford, que encarnaba un aventurero padre de familia empeñado en crear una fábrica de hielo en medio de la selva.

Aparte de eso, nos hemos tenido que contentar con los vuelos de los peces volarores ( Exocoetidae ) que, por cierto, dieron nombre a los misiles ingleses Exocet por su vuelo rasante y superando las olas, tristemente célebres por su uso durante la guerra de la Malvinas.

Las manchas dispersas de sargazos que vamos encontrando en nuestro camino son poco densas y se distribuyen de forma irregular. Hemos cogido algunos de ellos para identificarlos y observarlos de cerca. Se trata del conocido como sargazo del Golfo ( Sargassum fluitans ), un alga parda que no vive fija al sustrato sino que se encuentra a la deriva. También hemos visto algunos ” ramilletes ” de otra alga parda , se trata de la Cystoriacea Turbinaria turbinata.

El talo de los sargazos que estamos encontrando está frecuentemente colonizado por pequeños cirrípedos lepadomorfos ( percebitos ), briozoos y diminutos anélidos. Bajo las algas suelen situarse pequeños peces y larvas. Este es un comportamiento habitual en muchos organismos marinos pequeños, que utilizan todo lo que flota, incluyendo basuras, para situarse debajo y aprovechar su protección frente a predadores.

En este momento nos encontramos al norte de las costas de Nicaragua y hemos encontrado los primeros barcos pesqueros. Parecen ser naseros, posiblemente para la captura de langosta del Caribe ( Panulirus argus ) que es una pesquería de gran importancia en la zona.

Las olas de dos metros y la marejada nos dejaron a los recién llegados un poco caos durante unas horas, pero una vez pasados los mareos, nos encontramos pletóricos de nuevo, intentando avistar todo lo que está al alcance de nuestros binoculares entre guardia y guardia.

Ahora continuamos camino hacia Cayos Cochinos y las Islas de la Bahía en Honduras. Es una zona de gran riqueza biológica donde queremos observar el estado de los corales y ver cómo se recuperan de los dos episodios de blanqueo que sufrieron durante los años noventa y los daños provocados por el huracán Mitch.

Cayos Cochinos es un hermoso grupo de cayos e islas ubicados cerca de la costa. Es un verdadero paraíso, dos de sus islas se conservan en estado natural al no haber sido explotadas debido a su difícil acceso. Los cayos ofrecen gran variedad de riquezas, que a nivel submarino empiezan con los arrecifes más vírgenes de Honduras, ofrecen además una gran variedad de flora y fauna en tierra.

Mientras nos dirigimos a La Ceiba, la localidad de Honduras donde pensamos llevar a cabo los trámites de inmigración y aduanas, y contactar con nuestros compañeros de la Fundación Hondureña de los Arrecifes Coralinos, a primera hora encontramos más pesqueros, los hemos visto durante toda la noche. Y al amanecer, una pardela sobre un bote de plástico que flota cerca de nosotros.

Stenella attenuata

Sobre las diez de la mañana aparecen dos delfines moteados ( Stenella frontalis ), pero apenas se quedan medio minuto y pasan de largo. Dos horas más tarde vuelven los dos animales y esta vez sí permanecen algo más con nosotros. El mayor de ellos tiene los claros puntos distintivos de especie cubriéndole casi todo el cuerpo, pero el más joven apenas tiene unas pocas.

El viento no nos es favorable por lo que apenas utilizamos las velas, vamos a motor la mayor parte del tiempo. El catamarán Ranger tiene dos motores Isuzu de 150 cv cada uno, lo que nos da una media se seis nudos y medio.

Una vez recuperadas las ganas de comer, perdidas durante los dos últimos días de oleaje, preparamos una comida de marcado carácter mediterráneo: jamón, queso, pan aceite y ajo, que nos saben a gloria y nos dan la fuerza suficiente para aguantar unas cuantas horas más bajo el sol.

Por la tarde, nos empiezan a sobrevolar algunas fragatas ( Fregata magnificiens ) y como no, nuestros amigos e omnipresentes durante estos días, los peces voladores.

Tenemos un pequeño problema con el agua dulce, por lo que interrumpimos por un momento la travesía apagando motores y buscando la fuga de agua dulce. El momento es aprovechado por todos para darnos un chapuzón, el sol es intenso.

Ponemos de nuevo los motores en marcha, rumbo 270 º W, pronto llegaremos a La Ceiba, camino de Cayos Cochinos.