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marzo 14, 2005

Llegando a Cayor Cochinos. Lunes, 14 de Marzo de 2005

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Durante la noche del 13 al 14 de marzo tuvimos muy buen viento y pudimos estar varias horas navegando a vela. Tan sólo con la génova fuimos a unos 9-10 nudos con una velocidad del viento de 25-30 nudos. Fue un momento muy agradable después de tantas horas navegando a motor ya que, o los vientos eran demasiado flojos, o eran constantemente de proa.

A primera hora de la mañana encontramos un pez volador ( Hirundichthys speculiger ) de casi 25 centímetros que había quedado sobre la cubierta. Se ve que en uno de sus vuelos equivocó la dirección y terminó sobre el catamarán. A veces es curioso pararse a ver lo que significan los nombres científicos para entender cómo hemos nombrado a las especies. Hirundichthys podrían traducirse por algo así como ” pez golondrina “.

Fregata magnificiens

Durante el resto del día nos encontramos con la tónica general durante toda la travesía desde que dejamos el Canal de Panamá: no vimos ni un sólo barco en nuestro camino, ningún delfín, y sólo un par de fragatas ( Fregata magnificiens ) que se acercaron a nuestra popa.

Por la tarde, cuando nos encontrábamos entre la isla de Guanaja y el litoral hondureño, comprobamos que, a menos de media milla, el mar estaba en ebullición. Al poco tiempo vimos un banco de atunes que se dedicaba a atacar a otro banco de pequeños pelágicos. Algunas gaviotas también se acercaron al lugar para aprovechar el bullicio y poder sacar provecho de la caza.

La diversión nos duró poco y continuamos camino hacia La Ceiba ( un puerto al sur de Cayos Cochinos donde pasaremos aduana y nos encontraremos con el equipo de la Estación Biológica del Parque ). Llegamos ya allí de noche.

Por la mañana tuvimos la oportunidad de disfrutar del paisaje del puerto en el que nos encontrábamos rodeados por manglares y con unas preciosas montañas cubiertas de vegetación tropical al fondo.

Mientras nos afanábamos en limpiar el barco y quitarle todo el salitre, a nuestro alrededor teníamos colibríes, mariposas, sapos, escarabajos del tamaño de un puño, mangles de Avicenia de casi 20 metros de alto y todo cuanto se puede esperar en este ecosistema. Y entre las raíces del manglar, multitud de larvas de peces, algún que otro cíclido y peces angel que iban y venían desde nuestro casco hasta el manglar.