junio 4, 2005
Guardias nocturnas, guardias diurnas. Sábado, 4 de Junio de 2005
En la guardia de anoche, no tuvimos más novedad que la de un barco mercante que se nos aproximaba por babor. Nos sorprendieron las potentes luces que traía, lo que nos hizo pensar que era un pesquero; pero de repente las apagó, quedándose sólo con las luces normales de posición. Seguía acercándose y Bibi comprobó que era un mercante, por lo que consideró oportuno establecer contacto por radio para confirmar que nos había divisado.
” Barco en posición 35 grados 17 N y 26 grados 32 W, aquí el Ranger, ¿ me recibes ?. Cambio “.
” Ranger, Ranger, barco en posición. Te recibo. Cambio “, contestaron tras una breve espera. Uff!.
” Estamos a 2 grados por tu estribor. ¿ Nos localizas ?. Cambio “
” Si, os veo, os veo no hay problema “
” Bueno. Gracias y buena guardia. Stand by canal 16 “
Nos habían visto, así que nuestra posible preocupación había quedado totalmente esfumada.
Es curioso, pero las guardias nocturnas se me pasan más deprisa que las diurnas, y eso que durante las diurnas siempre hay gente alrededor y tienes más visibilidad. Durante las tres horas de nuestra guardia matinal de hoy, hemos tenido un momento de exaltación cuando llevando yo el timón, la velocidad del viento ha subido de tal manera que el barco ha cogido velocidad de 11 nudos. Se notaba la fuerza y cómo el viento tiraba de las velas, por lo que nuestro capitán, Nuño, no ha dudado ni un instante en cambiar la génova por el foque, para evitar que pudiera romperse, y la velocidad ha vuelto a caer a una media de 9 nudos, mucho más normal para este barco. Por cierto, en el transcurso de la jornada cubrimos el record del Ranger: ¡ 210 millas de singladura !
Por el momento, no estamos avistando gran variedad de especies. Las únicas que se dejan ver hasta la saciedad son las ya famosas carabelas portuguesas, que intermitentemente pasan a nuestro alrededor, mostrándose como una amenaza fantasma. Eso sí, los simpáticos delfines hoy han venido a juguetear con nuestra proa hasta tres veces.
A bordo estamos todos ilusionados con la posibilidad de ver un cachalote. Se ha convertido en nuestro animal fetiche para esta travesía de Azores a Lagos.
Nos queda una semana de navegación sin tocar tierra y el ambiente a bordo es relajado. Los libros pasan de mano en mano, Jose nos ameniza tocando bossanova a la guitarra, yo escribo en el diario y todos nos preocupamos por el oído de Mar, deseando que esté recuperado para las inmersiones del Gorringe Bank.