marzo 19, 2005
Estudio de parámetros y monitoreo de Boas rosadas. Sábado, 19 de Marzo de 2005
Todos en pie, el Oceana Ranger se dirige hacia el embarcadero de Cayo Cochino Menor. Apenas unos minutos después de amarrar el Ranger, el ” Tiburón ” llega con los periodistas del Canal 7 de la televisión hondureña TeleCeiba. Tras los minutos de presentación de todo el equipo, se les informa en qué consiste la expedición del Ranger.
Esta mañana saldremos con el Ranger a hacer un estudio de parámetros hidrológicos de salinidad, oxígeno, temperatura y turbidez. La transparencia del agua se hace con un disco de Sechi y el resto de datos se toma con una sonda multiparámetro. También realizamos un estudio de las corrientes utilizando una boya de deriva o correntímetro que consiste en dos boyas que sostienen una pantalla de tela que se extiende, ya que tiene unos pesos en la zona inferior. Para ello nos acompañan científicos del parque.
Después de comer, una parte del equipo bucea en el pequeño paraíso que tenemos justo enfrente de las instalaciones cedidas por la estación científica, prados marinos en los que el primer día nos deleitamos con su riqueza y variedad de especies.
Los roncadores parecen despertarse perezosamente de una siesta ( Haemulidae ). Entre las fanerógamas y el arrecife encontramos multitud de larvas diminutas, alguna holoturia mula ( Holothuria mexicana ), gambas barbero ( Stenopus hispidus ), cangrejos araña ( Stenorhynchus seticornis ), erizos de arrecife ( Echinometras viridis ), gusanos de fuego ( Hermodice carunculata ) sobre alguna gorgonia una anémona gigante ( Condylactis gigantea ) y diversas especies de peces loro ( Scaridae ). Pero poco más podemos ver, porque se ha levantado un viento fuerza 5 que nos dificulta el buceo y reduce tremendamente la visibilidad en el agua.
La otra parte del equipo realiza el monitoreo de las boas rosadas ( Boa constrictor ), especie endémica de serpientes de los Cayos. Esta actividad se lleva a cabo al menos una vez por semana. La senda que lleva a lo más alto de la isla nace en la parte trasera de la cantina donde nos aprovisionamos de agua para la caminata. De inmediato entramos en un bosque seco de encinos, un tipo de roble que tiene como fruto una pequeña bellota de aspecto aterciopelado. Los ficus crecen sobre otras especies, las bromeliáceas crecen en el suelo o sobre otros árboles, al igual que las orquídeas. El árbol conocido vulgarmente como ” indio pintado ” o ” árbol del turista ” denominado así porque es de color rojizo y su corteza se desprende en finas láminas es uno de los predominantes. Infinidad de especies de árboles y arbustos nos rodean. Pero lo que más nos sorprende es encontrar durante todo el camino de ascenso a pequeños y grandes cangrejos ermitaños denominados ” cangrejos de los cocoteros “. Reptiles como el anolis, en su papada luce una mancha azul, en algunos casos la mancha es roja, que utiliza como reclamo en época de apareamiento.
Encontramos una boa rosada, camuflada perfectamente en un árbol pequeño de encino, parece parte de la rama. Sus colores son marrones claritos, tiene un tamaño de casi un metro de largo, pesa 450 gramos, es hembra. Le colocamos el microchip. Cada una de las boas monitorizadas lleva uno. Esto permite hacer un seguimiento detallado de crecimiento, desarrollo, movimiento y comportamiento de la especie.
Ya en la playa podemos ver a las palmeras cocoteras del Caribe, la mayoría de ellas han sufrido la enfermedad del amarillamiento letal causado por un escarabajo que les contagia un virus y del cual no se pueden recuperar. Se queda en pie, vacío de vida y despojado de sus hojas, el tronco de la palmera apuntando en un quebradizo lamento al cielo. Otras especies que habitan en las playas son almendros de mar y uvas de mar.
Casi es de noche, volvemos a las instalaciones rodeando la isla, caminando por la orilla del mar. Mirando hacia atrás podemos contemplar un paisaje maravilloso, la abrupta emergencia del Cayo la hizo poseer una imagen de dureza camuflada bajo el espesor de su flora.
En la oscuridad de la noche se hace casi imposible no tropezar y meter los pies en algunos de los agujeros que los cangrejos han escarbado. Los Cayos tienen tantas sorpresas fuera del agua como dentro.