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mayo 25, 2012

El mar desierto

BY: Xavier Pastor

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Xavier Pastor - Coordinador de la ExpediciónLos días van pasando mientras continuamos con las actividades de nuestra expedición.  Buceamos en las aguas de menos de 20 metros, llevamos a cabo operaciones con el ROV con el Hanse Explorer fondeado a profundidades inferiores a 50 m y derivamos junto al robot cuando nos encontramos en zonas más profundas de esta parte septentrional del Mar de Bothnia. 160 metros son las mayores  profundidades que encontramos en esta área. Con frecuencia lanzamos el CTD para tomar datos de salinidad, temperatura y clorofila en la columna de agua. Estos datos son especialmente interesantes, ya que van cambiando radicalmente a medida que viajamos hacia el norte, y ahora hacia el sur, en el Mar de Bothnia. También tomamos muestras de sedimento del fondo con dragas Van ven, para determinar su composición e identificar los pequeños organismos que lo habitan.

La superficie del Mar de Bothnia inspira serenidad estos días. La capa de hielo que lo recubre durante varios meses al año se acaba de derretir.  Hemos encontrado unas aguas generalmente en calma, en ocasiones absolutamente planas, con una apariencia que se asemeja más a un mar de mercurio en vez de agua. Cuando nos acercamos a la costa nos encontramos rodeados de pequeñas islas cubiertas de bosques de una belleza salvaje, que podemos contemplar mientras nos aventuramos en los estrechos canales que las separan.

A lo largo de días y días no vemos otros barcos. No hay ferries, ni barcos de carga, y tampoco vemos pesqueros. Parece como si todo este mar estuviese reservado a la tripulación del barco de Oceana. Quienes estamos habituados a navegar en los congestionados mares del sur de Europa, la vista de este desierto de agua a nuestro alrededor es una bella evidencia del bajo grado de humanización de esta parte del mundo. Y para aquellos de nosotros que valoramos la soledad y el silencio, observar desde la cubierta del  “Hanse Explorer” el Mar de Bothnia que nos rodea es una relajante experiencia.

Si los gobiernos de Suecia y Finlandia hacen algunos esfuerzos adicionales para reducir los niveles de fertilizantes en los ríos que desembocan en ese mar; si se intensifican los controles en la pesca costera de salmón y trucha marina, si se va eliminando la pesca de arrastre de arenque para convertirlos en pienso para granjas, entonces el mar de Bothnia está en el camino de recuperar la calidad de su ecosistema. Entonces esta será equiparable a la belleza de su paisaje.