Más información: Sobre los tiburones
Hay cientos de especies de tiburones, que en tamaño van desde el tiburón enano (de 18 cm) hasta el tiburón ballena (de 13 m), que habitan en aguas de los océanos y se alimentan de una gran variedad de especies. Contrariamente a la creencia popular, los tiburones no se alimentan de todo lo que se encuentran, sea lo que sea: muchos de ellos tienen presas específicas. Por ejemplo, el tiburón ballena, el mayor de los tiburones, se alimenta de plancton.
Aunque cada tiburón es único, todos tienen características comunes. Todos los tiburones tienen un esqueleto hecho de cartílagos, no de huesos. Esto les confiere una gran fuerza y maniobrabilidad sin peso. Su cuerpo está cubierto por pequeñas escamas con forma de diente, los dentículos, que se superponen unos sobre otros por todo el cuerpo, hacia la cola. Por ello, si acariciamos un tiburón de la cabeza a la cola el tacto es suave, pero si lo acariciamos de la cola a la cabeza el tacto es áspero como un papel de lija. Estos dentículos los protegen y los hacen más hidrodinámicos, reduciendo la fricción en el agua.
Muchos tiburones tienen un tipo de coloración críptica, oscura en la parte superior y blanca en el vientre, para hacerlos menos visibles a depredadores o presas. A diferencia de otros peces, los tiburones carecen de vejiga natatoria, una cámara llena de gas que permite a los peces flotar. Por el contrario, los tiburones tienen grandes hígados llenos de aceite de baja densidad que regula su flotabilidad y les da una movilidad vertical, por lo que pueden nadar fácilmente hacia arriba y hacia abajo en la columna de agua. Los tiburones de aguas profundas tienen hígados mayores y, por tanto, con mayor cantidad de aceite. Así, son pesca objetivo por este aceite, especialmente por su compuesto escualeno, utilizado en muchos productos de cosmética.
Comportamiento y sentidos
Los tiburones tienen un comportamiento complejo, así como capacidad de aprender, y su cerebro es tan grande como el de algunos mamíferos.
Los tiburones poseen un sistema sensorial muy desarrollado y sofisticado. Los tiburones pueden oler miles de veces mejor que los humanos y detectar millones de veces mejor sustancias químicas disueltas en el agua.
En contra de la opinión popular, los tiburones tienen una vista extraordinaria y a menudo dependen de este sentido. Su visión está muy adaptada al ambiente marino y a las distancias largas. Sus ojos son parecidos a los de otros vertebrados, a diferencia de que no pueden cerrarlos.
A pesar de que no tienen orejas, cuentan con unas minúsculas aperturas en las cabezas que llevan a los órganos auditivos internos similares a los de los mamíferos. Los tiburones son sensibles al sonido, especialmente a las bajas frecuencias de animales heridos, que pueden detectar desde hasta cientos de metros de distancia.
Su sentido del tacto es algo diferente: consiste en una detección de los cambios de presión que se aplican en el cuerpo, pero también pueden detectar los cambios de presión que se producen en el agua que los rodea. Como ocurre en otros peces, los tiburones y las rayas tienen una “línea lateral” que les recorre cada lado del cuerpo. Estas células sensoriales ayudan al tiburón a detectar cambios de presión y de la dirección del agua que puedan ser el resultado de movimientos y vibraciones causadas por un animal. Como resultado, los tiburones pueden detectar a sus presas incluso en la oscuridad total.
Los tiburones tienen sentido del gusto. Sus papilas gustativas están en la boca y no en la lengua, ya que carecen de ésta. El sentido del gusto de un tiburón es particularmente sensible a la presencia de grasa en los tejidos de sus presas, pues necesitan una dieta rica en energía y grasas.
Además de los cinco sentidos estándar, los tiburones cuentan con un sexto sentido llamado electrorrecepción. Lo utilizan para detectar los minúsculas campos eléctricos que todos los seres vivos generan.