Viento, ROV y peces voladores
Tras casi 10 años en Oceana, ¡por fin he tenido el placer de conocer el Ranger! Me embarqué de madrugada en Almerimar para zarpar hacia Carboneras, al sur del Golfo de Vera. Ver amanecer a bordo es una de las experiencias más mágicas e indescriptibles que ofrece el barco, con toda la tripulación fascinada a pesar de ser lo más habitual de la vida en el mar.
Salimos de puerto con la intención de encontrar arrastreros, pero al ser domingo no estaban pescando, así que aprovechamos el mar en calma para probar el ROV.
Durante la travesía vimos atunes alimentándose de pequeños pelágicos, y pardelas intentando comerse a los pequeñajos que huían de los atunes. A este espectáculo se unieron cientos de peces voladores desplegando sus alas brillantes. Nunca dejará de fascinarme la armonía serena y lógica del reino animal.
Empezó a subir el viento y solo pudimos grabar con el ROV durante media hora. Vimos gusanos tubulares, manos de muerto, ascidias y peces planos campando a sus anchas a 50-60 metros de profundidad en un fondo eminentemente arenoso.
Como el viento no amainaba, decidimos ir directamente al puerto de Cartagena a pasar la noche a resguardo.
Tras dormir unas horas recogimos a nuestros invitados, Theresa Zabell y su hijo Eugenio, y salimos a buscar arrastreros.