julio 22, 2011
Olivos bajo el mar
Hoy es mi segundo día a bordo del Ranger y me toca escribir sensaciones y descubrimientos, cómo no, ilusionada. La mañana empieza con un mar en calma casi total y emprendemos viaje con rumbo sur hacia el Seco de los Olivos desde Almerimar. La intención es hacer al menos dos inmersiones en las elevaciones secundarias que acompañan a esta montaña submarina.
Llegamos al punto elegido por Ricardo y comienzan los preparativos y maniobras, todo está perfectamente calculado. Tengo una sensación de incertidumbre por saber qué nos vamos a encontrar hoy, y como veréis más adelante, no me equivocaba, el día nos deparó varias sorpresas. Justo al tocar el fondo el ROV comienza a navegar a más de 500 metros de profundidad y nos sorprende un grupo de peces sable que nos acompañan durante un rato. En el trayecto nos cruzamos con varias pintarrojas y gallinetas y de repente, aparece un arrecife muerto sobre el que comienzan a crecer nuevas formas de coral joven. Durante la inmersión encontramos un bosque de gorgonias del género Swiftia, una langosta (Palinurus elephas), unos ramos de coral árbol amarillo (Dendrophyllia cornigera) y, para finalizar, un cangrejo orangután (Derilambrus angulifrons) acompañado de su hembra en actitud cariñosa.
Por la tarde hemos cambiado la posición y la inmersión comienza casi a 300 metros bajo la superficie, donde nos dan la bienvenida un grupo de bacaladillas (Micromesistius poutassou) sobre un fondo fangoso-arenoso en el que son muy frecuentes los coralitos solitarios y donde vemos varios bancos de jureles (Trachurus sp.). Cuando nos acercamos al fondo rocoso todo cambia y aparece un campo de corales negros de los géneros Leiopathes y Antipathes flanqueados por grupos de tres colas (Anthias anthias). La primera gran sorpresa del día nos la ha dado de repente un tiburón cerdo (Oxynotus centrina), un curioso a la vez que torpe tiburón de profundidad de extraño aspecto. Para terminar la inmersión, nos quedamos asombrados con unos impresionantes corales negros que tienen el porte de un árbol y que probablemente superen los 500 años o más. Entonces nos preguntamos ¿quizás nos encontramos ante los auténticos “olivos” del Seco? ¿Serán estos frágiles corales los que han dado nombre a la montaña submarina?
De vuelta al puerto, nos cruzamos en la trayectoria de un par de parejas de defines mulares que parecen navegar con un rumbo muy definido y nos despiden de un día intenso por la popa del Ranger.