abril 26, 2005
Observando, por mar y por tierra. Martes, 26 de Abril de 2005
Ayer nos acostamos con una excelente noticia: podemos arreglar aquí la avería en el motor de babor. Afortunadamente, David, ha descubierto que los mecánicos de Fort Lauderdale, ” conectaron por error al escape del motor la manguera que va bajo la línea de flotación, provocando una entrada de agua “, comenta Carlos Pérez. Respiramos tranquilos, pues de lo contrario el ” error ” habría supuesto muchos días de retraso y tener que renunciar a proyectos decisivos diseñados hace meses, como la travesía por el Mar de los Sargazos.
Además de los problemas técnicos, los expedicionarios estamos algo desilusionados por el escaso resultado obtenido en la busqueda de las tortugas. Paciencia. Lo único que podemos hacer es seguir sumergiéndonos hasta dar con ellas. Hoy hemos estado buceando frente a las playas de puesta de tortuga, en Cayo Pelícano, a donde nos ha guiado Louis, un joven colaborador de Brendal. Tras el desgaste de energía que les supone la puesta de huevos, las tortugas necesitan descansar y para reponer fuerzas acuden a las zonas de arrecife cercanas, en donde se sienten tranquilas y a salvo. Sabemos que estan ahí, hemos llegado a verlas y las hemos seguido pero… siempre son más rápidas que nuestro barco de apoyo y que los buceadores. Excepto los guías locales, ninguno de nosotros las ha visto con detalle. Ni las dos parejas de buceadores, formadas por Mar y Houssine, Annie y Sole, ni los que hacemos snorkel ( Ricardo, Indi y yo ).
En uno de los arrecifes pudimos comprobar que muchos corales de cuerno de alce ( Acropora palmata ) están destruidos por los huracanes, tan frecuentes en esta zona. También tuvimos la suerte de, por fin, poder ver una pequeña extensión de coral cuerno de ciervo ( Acropora cervicornis ).
Iguanas de cola enroscada
Brendal nos había prometido una comida en la playa con pescado capturado en la zona: pargo, mero y pez cerdo. Nada más saltar a tierra, en el punto denominado Manjack Cay, Ricardo, el Director de Investigación; Indi el cocinero naturalista y yo, nos adentramos por un camino que recorre el cayo de punta a punta. A cada paso nos salen unas pequeñas iguanas, de no más de 25 centímetros de largo – aquí las llaman, en inglés, ” curly tails “- que enroscan su cola en forma de caracol. Posan curiosas y atrevidas en las ramas de los árboles y, con un poco de pericia, consigo fotografiar alguna.
También las aves se muestran tranquilas. Indi identifica una curruca, que se detiene un buen rato junto a nosotros, ajena a la presencia humana. También hay colibríes, pero estos vuelan mucho más alto. Incluso descubrimos una egragópila con restos del esqueleto de un pequeño roedor. Se podía ver perfectamente el cráneo, los molares y parte de los incisivos. Las aves rapaces tragan a sus presas enteras y, las partes que no pueden digerir, como pelo y huesos las regurgitan. Eso son las egragópilas..
Por mi parte, después de varios días de practicar con snorkel, ya puedo distinguir a los llamativos y coloridos peces loro, con sus labios pintados de oscuro; los mariposa, el pez cofre, los cirujanos y algún que otro pez ardilla. En una de estas inmersiones, cuando volvíamos al barco, estoy segura de tener un tiburón, delante y a unos cinco metros por debajo de mi. Rápidamente me he dado la vuelta, para avisar a los compañeros que me seguían, pero ellos ya no lo han visto.
Además del mero de Nassau y las tortugas, tiburones y pastinacas también figuran entre las prioridades de la Expedición Transoceánica. Por estrictas razones de seguridad, cuando entremos en su territorio sólo se sumergirán los buceadores.
¡ Ay ! Mientras escribo, después de la cena, unos pequeñísimos, casi invisibles mosquitos, nos frien a picotazos.