Hoy hemos vuelta a salir de Aguadulce en busca de lechos de agua marina. La primera inmersión fue por la tarde y a bordo del barco hacía mucho calor. Después de que volvieran los buceadores, los demás fuimos a darnos un baño para refrescarnos. La primera sensación al zambullirme en el agua fue refrescante y maravillosa pero a los cinco minutos ya me estaba congelando. Es increíble lo fría que está el agua del océano en cuanto te alejas de la costa, aunque sea en agosto.
La segunda inmersión del día fue por la noche. Si van a bucear por la noche, los submarinistas esperan hasta que fuera está completamente oscuro y entonces se sumergen con luces brillantes. A muchas especies de organismos marinos les atrae la luz, así que se acercan a los buceadores. Yo estaba un poco nerviosa viendo a los submarinistas desaparecer en la oscuridad, pero pronto me di cuenta de que a diferencia de las inmersiones diurnas, durante la noche se puede seguir el movimiento de los buceadores gracias a las luces que usan y los bastones luminosos que llevan atados. Era muy divertido ver cómo buceaban y se movían como luciérnagas debajo del mar.