junio 10, 2006
Marevivo a bordo del Ranger
¡Inolvidable y fascinante experiencia encontrarme con el Ranger de Oceana….!
Una imprescindible oportunidad que me han ofrecido Domitilla y Marevivo y que me han ofrecido la posibilidad de conocer a gente fantástica, amable, sencilla y espléndida como las costas italianas que hemos atravesado: tres breves pero intensos días de navegación que nos han conducido desde el puerto romano de Ostia, pasando por la isla de Ponza, hasta llegar al puerto de Nápoles donde, por desgracia, ha finalizado mi aventura.
Una ocasión inesperada, que ha tenido como objetivo la investigación y la documentación de barcos pesqueros que todavía utilizan, a pesar de un Reglamento europeo que lo prohíbe desde 1998, largas redes de puesto a la deriva, verdaderos muros levantados en el mar para la captura del pez espada. Redes que sin embargo también capturan numerosos ejemplares de especies protegidas, como delfines y tortugas, amenazando su supervivencia y su conservación, que corren cada vez más riesgo por la pesca ilegal.
Un viaje que se ha demostrado también muy agradable y divertido, gracias a la fervorosa y sabia experiencia y generosidad de Xavier, a la tranquilizadora seguridad de los capitanes de barco Jordi, Carlos y Albert, a la dulzura y a luminosidad (… lo dice el nombre mismo) de Sol, al franco-mexicana simpatía de Thierry, a la “sabrosa” alegría del cocinero-pirata Indi (…¡hmmm, qué perfumito en el Ranger!) y a la sonrisa y amabilidad de Kike, Guayo y Juan.
Un viaje (para mí) breve pero muy interesante e instructivo, que me ha brindado la posibilidad de ver en concreto lo que hasta ese momento sólo había podido estudiar, leer e imaginar y que, en cambio, gracias a los amigos del Ranger, he podido observar con mis propios ojos. Ojos que se han llenado de rabia y al mismo tiempo de tristeza al ver cómo, una vez más, unas joyas como Ponza y su (el nuestro) mar, son traicionados por la estéril indiferencia y falta de responsabilidad de sus pescadores. Bastante admirable y envidiable, en cambio, la velocidad y la organización con las que han sabido transformar pequeños barcos cubiertos por kilómetros de redes ilegales, en aparentes (pero sólo aparentes) inocuos barcos pesqueros.
¡Qué lástima que tanta versatilidad y organización no sea empleada para acciones más loables y originales! ¡¡Tiempo y fuerzas desperdiciadas porque no han engañado a la banda (o Panda…) investigadora amarilla!!
La visita al Ranger no sólo me ha brindado la oportunidad de conocer a los amigos de Oceana y dar testimonio para Marevivo, de lo que ocurre en el Mediterráneo, sino también, y sobre todo, ha sido una ocasión para ver a muchas personas procedentes de diversos Países, con experiencias e intereses diferentes, pero unidas por una única y gran pasión común: la lucha y el empeño sincero y apasionado por la defensa de un bien sin fronteras, que nos pertenece a todos..…. ¡el mar!
¡Gracias Oceana y hasta pronto!