mayo 17, 2013
Larguemos velas hacia la recuperación del Báltico
El Báltico tiene el extraño y contradictorio récord de estar en cabeza para lo bueno y para lo malo: por una parte ostenta el dudoso honor de ser uno de los mares más contaminados del mundo, pero por otro, los países de su cuenca albergan ambiciosos planes para restablecerlo y, si se ponen en marcha, podrían situarlo en la senda de la recuperación. El Convenio de Helsinki (HELCOM) lleva casi 40 años fijando objetivos medioambientales para la restauración de este mar. Aunque las piezas necesarias para este complejo puzle están ahí, el progreso se está retrasando por la falta de interés de los países en aplicar en la práctica sus propios acuerdos.
Esta semana, parte del equipo de Oceana en el Báltico se desplazó a Riga (Letonia) para debatir el estado de este mar con el grupo de Conservación de la Naturaleza y Biodiversidad de HELCOM. En 2003, los países del Convenio acordaron desarrollar una red ecológicamente coherente de áreas marinas protegidas (AMP) en el Báltico antes de 2010. Aunque el plazo ya está vencido, todos parecen compartir la opinión de que hacen falta más AMP para salvaguardar y restaurar el mar. Oceana les facilitó una serie de propuestas nuevas de AMP para alcanzar este objetivo. Así que vimos con gran alegría que nuestras sugerencias eran bien acogidas en la reunión (lo que sin duda compensó todas las horas que pasamos en sillas incómodas participando en largos debates).
A principios de semana, vimos cómo el futuro de la pesca en la UE pendía de un hilo cuando la reunión del Consejo de Ministros sobre la reforma de la Política Pesquera Común no dio como fruto la ambiciosa reforma que necesitan los mares europeos. No cometamos el mismo error aquí. Los países del Báltico han acordado desarrollar un sistema de AMP que confiera mayor protección que la legislación comunitaria a las especies y hábitats del Báltico. Así que hay voluntad política, pero esperemos que no se quede en las palabras, porque necesitamos acción.
Creo que los países de la zona deberían dar muestras de valor y ponerse a la altura de los estándares que ellos mismos se fijan. Ahora tienen una oportunidad real de abrir camino al resto de Europa y situarse a la cabeza de la conservación marina en Europa y en el mundo. Pero no podemos esperar hasta que todo el mundo esté a bordo. Los países tienen que tomar la iniciativa de manera individual y emprender la navegación hacia un futuro más sostenible, porque salvar este mar está lejos de ser imposible.