julio 23, 2011
La pared del congrio
Mi tercer y último día a bordo del Ranger… se me va a hacer corto, lo sé. Tras navegar unas 10 millas desde la costa de El Ejido nos encontramos rodeados de una docena de embarcaciones deportivas y algún que otro arrastrero, lo que nos indica que nos acercamos a la montaña submarina. El plan de hoy es localizar unos montículos rocosos en el norte del seco y averiguar la fauna que las acompaña. En el punto de inmersión nos sorprende una corriente que transporta multitud de ctenóforos y alguna que otra salpa. Sin embargo, no hemos tenido suerte y no encontramos los que estábamos buscando, aunque sí pudimos recoger una muestra de esponja y localizar algunos ramos de coral blanco de profundidad Lophelia pertusa acompañado de Leptometra phalangium y alguna que otra brótola (Phycis blennoides).
La primera inmersión de la tarde, sobre un montículo rocoso, nos vuelve a sorprender con corales negros (Leiopathes y Antipathes) de gran porte y de diferentes colores, blancos, naranjas… y un “enjambre” de congrios en una pared en la que hemos podido contar unos 20 individuos juntos. Para nuestro desconcierto, de nuevo se pasea ante nosotros, con una tranquilidad absoluta, otro ejemplar de tiburón cerdo que nos regala unas imágenes maravillosas. También hemos podido recoger una muestra de coralito solitario que nos ayudará a determinar una de las especies que con mayor frecuencia estamos observando en los fondos blandos del Seco de los Olivos.
En la navegación hacia puerto, nos hemos cruzado con un grupo de delfines mulares que llevan rumbo SE. Esta vez, hemos contado unos 18 adultos que me han saludado en proa junto a Kike. Apenas a unas 2 millas de la costa, la sonda nos detecta un pequeño escarpe a unos 25 metros de profundidad y decidimos explorar, ya que en los alrededores podemos contar una media docena de boyas señalizando probablemente algunos artes calados. Cuál ha sido nuestro asombro cuando hemos descubierto que se trata de un fondo de rodolitos y laminariales. Por suerte, y por pura casualidad, el ROV ha subido una muestra de las laminarias enganchada en las hélices. Hemos visto que lo que en un principio creíamos que eran restos arrastrados por las corrientes, en realidad son ejemplares vivos de laminarias cuyo pie está anclado a un rodolito.
Ahora me siento triste porque tengo que decir adiós para volver a la oficina y al mismo tiempo afortunada por haber disfrutado esta magnífica experiencia. ¡¡¡Gracias!!!