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octubre 6, 2009

La Isleta, Fuerteventura. 6 de octubre de 2009

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©OCEANA/ Carlos Suárez

 

De vuelta al Oceana Ranger…. Quién me lo iba a decir. Estoy muy feliz, todo

sigue en su sitio. Incluso he podido observar y disfrutar de algunas importantes mejoras en los equipamientos, que constantemente me veo en la necesidad de manipular, como por ejemplo un enorme sistema mecanizado para arriar y levar el dichoso lastre del ROV.

Son tan solo unas pocas inmersiones del ROV a mis espaldas (de momento) pero ya siento sus efectos… los brazos no forman parte de mi cuerpo y mis manos cada vez están más hinchadas y enrojecidas.

La tripulación actual no ha variado mucho a la que conocí ya en mi anterior experiencia como marinera del Oceana Ranger, así que ni decir tiene que estoy tan a gusto como pudiera estarlo en mi propia casa. Tan sólo hay algunas personas nuevas para mí aunque gracias a sus diarios no del todo desconocidas.

Ana, la única mujer a bordo desde que comenzó la campaña en Sagunto, se muestra satisfecha de tener una compañera, aunque con nuestras tan diferentes labores no hemos encontrado aún el momento de “marujear”; pero todo llegará. Siempre atenta, anotando todo tipo de avistamientos y sucesos en el “meeting-room”, viendo las imágenes que en tiempo real transmite el ROV y yo en la popa del Oceana Ranger con “Jus-Jus” tirando de umbilical para arriba y para abajo tostándonos al sol y deseando que llegue la orden “todo arriba”.

Nuño, nuestro capitán, sentado en su trono nos ayuda generosamente con paladitas haciendo que el umbilical caiga en picado y nos cueste menos esfuerzo recuperarlo a cubierta, al mismo tiempo que durante la inmersión maniobra una y otra vez con esfuerzo picaresco para evitar cualquier posible enganche del umbilical con nuestras hélices.

Carlos Pérez, en su rincón de la bañera, se desgasta los dedos accionando los botones para subir y bajar el lastre; para que se puedan hacer una idea arriar el lastre son aproximadamente 45 minutos manteniendo pulsado todo el tiempo el mismo botón; si por error se soltara, se desplomaría sin control acabando por completo en el fondo.

Hoy nada más han sido dos inmersiones de ROV. No ha habido buceo, ya que hemos alargado considerablemente la primera inmersión, hasta seis horas, al encontrar una zona muy interesante. En esta zona hemos podido observar dos Quelvachos que pasaron sin alterarse por delante del ROV. También una gorgonia Isidella elongata (vista por primera vez desde que comenzó la expedición en las Canarias), un erizo de púas larguísimas extrañísimo (Coelopleurus sp.) para nuestros experimentados científicos y como no, un campo de esponjas cristal (sombrero mejicano) Asconema Setubalense, de aproximadamente 70 cm de largo por unos 15 cm de diámetro.

Me encanta escribir el diario y me extendería hasta aburrirles pero como lo bueno si es breve dos veces bueno, me despido hasta el próximo agradeciendo estar a bordo de nuevo.