octubre 4, 2009
La Herradura y La Pela, Fuerteventura. 4 de octubre de 2009
Un chuletón.
Un manjar que aún está a unas terribles treinta millas de aquí. Tendremos que esperar estoicamente unas horitas más. Estamos en la costa oeste de Fuerteventura y vamos a puerto gracias a la inconmensurable magnanimidad del director científico. Tocaremos tierra y descansaremos un día entero para volver al ataque de la última etapa de esta campaña que, por todos lados, está resultando de lo más exitosa. Pero de eso ya hablarán otros diarios más eruditos. Nosotros a lo nuestro.
Llevamos ya tres días arrastrándonos sobre las aguas sin tocar tierra: ROV abajo, ROV arriba, buzos al agua, vuelta a subir a bordo, más ROV, guardias de noche al tran-tran para llegar al amanecer al nuevo punto de inmersión… En fin, todo ese tipo de cosas que aquí se han narrado desde hace ya dos meses.
Pero el ánimo no decae porque ya tenemos en la mente “E l c h u l e t ó n”. Y no es que se coma mal a bordo, no, en absoluto, pero parrilla no hay. Y bueyes tampoco. Y son cosas que se acaban echando de menos…
¿O no?
En el anterior diario que escribí me quejaba de los fuertes alisios que no nos dejaban trabajar a gusto así que en este he de referirme, por elegancia, a su ausencia y consecuentemente a lo bien que se desenvuelve uno ahora. Aunque, eso sí, siempre tiene que haber alguna corriente traicionera que ponga en duda la maniobrabilidad del buque y/o su tripulación. Pero hasta ahora siempre hemos salido con bien de todas. Asi que: ¡Que dure! Por ahora el mar está en calma y tan solo se percibe el sube-baja sosegado de una mar de leva que vendrá a saber de qué remotos lugares donde, pobrecitos, deben estar los barcos fajándose con terribles huracanes. ¡Qué bien se está en Canarias!
Con un chuletón en el plato y cómo no, con unas buenas papas arrugás con mojo. ¡Salud!