abril 15, 2014
La acidificación en el Mediterráneo: efectos secundarios del aumento de CO2
El océano tiene un papel fundamental a la hora de controlar el efecto invernadero y regular la temperatura de la Tierra, que mantiene la vida tal y como la conocemos. Esto es posible gracias a su gran capacidad para absorber dióxido de carbono (CO2) del aire, actuando así como un sumidero de carbono. Sin embargo, debido al rápido aumento de nuestras emisiones de gases invernadero, el nivel de carbono está ascendiendo en el agua, lo cual reduce el nivel de pH. Este fenómeno es conocido como “acidificación oceánica”.
La acidificación no solo disuelve las estructuras calcáreas (ej.: conchas y exoesqueletos) de especies marinas tales como corales, esponjas o crustáceos; también impide a estas criaturas generar nuevas estructuras debido a los procesos químicos que tienen lugar al aumentar el CO2. Algunas de estas especies afectadas forman hábitats esenciales que sirven como cobijo, lugar de cría o de alimentación para muchas otras, tales como especies comerciales. Además, la acidificación del océano también afecta a otros procesos biológicos y funciones vitales tales como la reproducción, respiración y comportamiento de los individuos.
El Mediterráneo es un mar semi-confinado y ya denota signos de acidificación, así como de otros factores estresantes, como elevación de la temperatura del agua, sobrepesca y contaminación. Se trata de una masa de agua con un complejo equilibrio del cual se benefician unos 400 millones de habitantes y 175 millones de visitantes al año.
Contar con información científica es esencial a la hora de determinar los efectos de la acidificación a corto y largo plazo, y cómo este proceso va a afectar a importantes sectores como el turismo y la pesca. Esta tarea ya ha comenzado: el proyecto MedSeA (Mediterranean Sea Acidification in Changing Climate) tiene como propósito comprender cómo los ecosistemas y sus procesos biogeoquímicos se verán afectados con el aumento de la acidificación. Este proyecto, en el cual Oceana participa a través de su órgano consultivo (MRUG – Mediterranean Reference User Group), pretende:
- Reducir los factores de estrés ambientales (ej.: contaminación, sobrepesca, destrucción de hábitats, etc.)
- Crear áreas marinas protegidas (AMPs) que sean efectivas y aumenten la capacidad de recuperación y adaptación del océano para enfrentarse a dichos factores de estrés
- Promover la conservación y gestión sostenible de los ecosistemas costeros – los mayores sumideros de carbono, también llamados “Blue Carbon” – mediante el uso de herramientas como la planificación espacial
- Adoptar medidas rigurosas para reducir las emisiones de gases invernadero
De esta forma, la información científica debe estar complementada con una adecuada gestión, tanto a nivel nacional como a menor escala. Ciertas medidas de mitigación, como la creación de una red de áreas marinas protegidas, fortalecen la resiliencia del Mediterráneo, ayudando así a capturar y almacenar el exceso de carbono. No obstante, existen otras medidas cruciales que actúan en la fuente del problema, centradas en limitar las emisiones de carbono a la atmósfera promoviendo los combustibles bajos en carbono y fuentes de energía alternativa. Estas últimas constituyen nuestra mejor arma para paliar la acidificación en el océano.
Más información en:
ACIDIFICACIÓN: ¿Cómo afecta el C02 en los océanos? (Oceana, 2009)