octubre 2, 2009
Gando y Arigana, Gran Canaria. 2 de octubre de 2009
Esta mañana hemos zarpado a las 06:15 del Puerto de Gran Canaria (Esto me lo ha contado la marinería, que yo a esas horas estoy en brazos de Morfeo dentro de mi cubículo). El plan del día comenzó con una inmersión del ROV a unos -450m en la Bahía de Gando, en la costa este de Gran Canaria. Me pareció entretenida, sobre todo al principio cuando vimos dos “Galludos” (son tiburones, pero de los que no dan miedo) y una pareja de anémonas Actinoscyphia, que a bordo llamamos “Atrapamoscas” por su asombroso parecido con las plantas terrestres del mismo nombre. La coincidencia no acaba aquí: Riki, el director de campaña, dice que también cazan a sus presas de un modo similar (y si lo dice Ricardo, va a misa). Más adelante el fondo fangoso fue ondulándose y atravesamos multitud de dunas paralelas que me recordaban a la Playa de Maspalomas, pero en pequeño. Bastante curioso.
A los buceadores nos ha tocado ir al agua unas horas más tarde: aprovechando que Riki y Ana (nuestra sapientísima científica marina) tenían una entrevista con la prensa y el alcalde de Arinaga, hemos hecho una bonita inmersión en el lugar conocido como “El Cabrón”. Aquí los peces están muy confiados y hay un gran grupo de roncadores al que acechan bicudas de buen tamaño, aunque lo que más me llamó la atención fue la gran abundancia de algas fotófilas que cubren las rocas. Buceé aquí hace años y recuerdo que había muchas menos algas y muchos más erizos. Supongo que esa diferencia será achacable a las campañas de erradicación del erizo de lima que se han realizado en los últimos años, pero lo cierto es que me dio la sensación de estar viendo “El Cabrón” como debió ser hace mucho tiempo, antes de que el erizo de lima sobrepoblara estas aguas.
Aún quedó tiempo para una inmersión crepuscular del ROV frente a las costas de Arinaga: las buenas noticias son que nada más llegar a los -500m apareció un campo de enormes esponjas “sombrero mexicano” (Asconema setubalense), algunas merluzas y unos restos de coral Lophelia que casi ponen histéricos de emoción al personal científico (ellos son así). La mala noticia fue encontrar un enorme bidón de los utilizados para transportar aceite industrial que algún desaprensivo decidió fondear aquí para ahorrarse el paseo hasta un centro de tratamiento de residuos. Mucho güarrete es lo que hay.