mayo 23, 2006
Elba es mucho más que el recuerdo de Napoleón
Era ya medianoche cuando abandonamos lentamente el puerto de Bastia. Estaba lloviznando y soplaba un viento helado. Yo tenía guardia en cubierta hasta las cuatro, así que me abrigue todo lo que pude con ropas impermeables y me puse el chaleco salvavidas. Me costaba trabajo mantenerme en pie. Durante una guardia hay que estar siempre alerta y explorar el horizonte en busca de barcos y otros posibles obstáculos. A pesar del ruido de los motores, del sonido de las olas al estrellarse contra el barco y del viento y la lluvia en mi rostro, la cubierta está sorprendentemente tranquila. Procuré olvidarme de todo y concentrarme en la vigilancia.
Pero no todo el mundo dormía. Después de dos días buceando, el fotógrafo y el cámara submarino trabajaban con sus ordenadores hasta la madrugada, puliendo sus imágenes.
Apenas habíamos dejado atrás las luces de Córcega cuando aparecieron ante nosotros las de Elba, nuestro destino. Ésa será nuestra base durante los próximos tres días.
Al final de mis cuatro horas de guardia, desperté a Concha y caí redonda sobre mi litera para dormir un poco antes de que entráramos en el puerto de Portoferraio, la capital de Elba, situada al Norte de la isla.
Seguramente le ocurre a todo el mundo, pero cuando pienso en Elba me viene inmediatamente a la cabeza Napoleón y su exilio aquí después de abdicar. Por supuesto, no es ese tipo de historia lo que nos ha traído a este lugar. Lo que pretendemos es observar y documentar la historia natural de sus aguas y hablar con las personas que luchan por conservar estos preciosos hábitats. Elba forma parte del Parque Nacional del Archipiélago Toscano, la mayor reserva marina del Mediterráneo, con 7 islas grandes (incluidas Montecristo y Capraia) y otras 40 mucho más pequeñas. Los buceadores están ansiosos por empezar a filmar y fotografiar.
Espero que mi imagen de Elba sea muy distinta cuando nos vayamos. A pesar de todo, intentaré reservar una o dos horas para visitar el museo de Napoleón.