junio 9, 2016
Ecosistemas marinos a 22 millas al WNW de la isla de Gozo
6:45h Suena el despertador, y comienza una nueva jornada de investigación a profundidades donde no penetra la luz solar. Ese universo misterioso poblado de criaturas adaptadas a unas condiciones difíciles para la vida.
Cerca de los 300 m de profundidad el ROV capta fantásticas imágenes de un lecho de restos de antiguos braquiópodos, actualmente fosilizado. Poco imaginábamos que algo más tarde, la mala suerte hiciera que el cable del umbilical quedase dañado tras quedar enganchado en una de las hélices del Oceana Ranger. A pesar de los esfuerzos que todos a bordo realizamos por obtener jornadas exitosas, en ocasiones, la mar es implacable y no facilita los trabajos a bordo. Decepcionados, regresamos a puerto para poner solución al problema y seguir luchando por este mar, nuestro preciado Mediterráneo.
Nos restan algo más de 50 días de expedición en los que, sin lugar a dudas, estas aguas nos deleitarán con sorprendentes apariciones, como la que hoy nos regaló el tiburón de seis branquias, también conocido como cañabota. Sin embargo, como sucede en la mayoría de mares del planeta, también estamos constatando día tras día la presencia de restos de la actividad humana, que afectan a la salud de los océanos y por consiguiente también a nuestra especie.