Partimos de Ostia a primera hora de la mañana, tras darnos una ducha y repostar combustible.
Rumbo hacia el sur, a la Isla de Ponza, navegando por la línea de los 1000 metros de profundidad, que es por donde los pescadores despliegan sus redes de deriva a última hora del día y la recogen poco antes del amanecer. Este horario nos permite documentar mediante vídeo y fotografía todo el proceso, ya que aunque la luz no es la ideal sí es suficiente para poder tomar instantáneas y filmar con nitidez, por ejemplo, cómo cobran un pescado tristemente atrapado en estas cortinas de la muerte.
Las redes de deriva, tal y como explicamos en otras secciones de esta misma web, son redes de hasta 20 km de longitud y de unos 30 metros de altura, que se mantienen en la superficie mediante flotadores (corchos o similar) y lastres en la parte baja. Tienen un tamaño de malla muy ancho, para favorecer que se enganchen en la misma las aletas y las colas de los peces. Ese es el sistema de captura.
También se conocen como “redes de enmalle a la deriva”, “driftnets”, “filets derivants”, “spadare” ó “volantas de superficie” y se emplean para la pesca de túnidos y especies afines: atún, bonito, pez espada … y en otras regiones del mundo para cefalópodos y salmón, aunque en el área del Mediterráneo se dedican fundamentalmente a la pesca de pez espada.
Se utilizan principalmente en el Mediterráneo Occidental, en particular en el Mar de Liguria, el mar Tirreno, el Norte de Sicilia, el sur y oeste de Cerdeña, e incluso en el área de las Islas Baleares, donde recientemente han aparecido muertos cachalotes juveniles enmallados en redes de deriva.
Las condiciones de la mar de hoy, hace que no sea posible que los barcos salgan a faenar, con lo que sin perder la línea de los 1000 llegaremos a Ponza mañana al medio día.