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junio 26, 2006

Cagliari y sus alrededores

BY: Oceana Web

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Mi compañero de viaje Nuño Ramos (capitán en la Expedición Transoceánica 2005) y yo llegamos a Cagliari y nos dirigimos al Ranger, que estaba atracado en el puerto de San Telmo. Como habíamos predecido, en cuanto pusimos el pie en el ansiado Ranger, sus motores empezaron a rugir y nuestros colegas tripulantes, con el estomago lleno, nos recibieron con los brazos abiertos para después soltar amarras y poner rumbo en busca de mas rederos de deriva ilegales.

Como ya han expresado otros compañeros de oficina, la oportunidad de embarcarse en el Ranger, nos permite ir más allá de la pura información, nos permite ponerle (aun con más intensidad) sensaciones, sentimientos y emociones a los proyectos en los que trabajamos en Oceana. Ver a los rederos ilegales faenando, a los arrastreros esquilmando nuestros fondos marinos o desgraciadamente, no viendo mucha vida en nuestros mares, indigna, duele.

Y ante esto, no hay mejor herramienta que las ganas de trabajar y la ilusión por documentar el estado de nuestros océanos y elevar nuestras voces y `pruebas` a los diferentes gobiernos y a la Unión Europea. Porque el ingrediente omnipresente en el Ranger, que forma parte hasta de él mismo, es la fortaleza, el trabajo, la constancia, la paciencia, la generosidad, entre otros muchos valores que aportan cada uno de los integrantes de Oceana. Desde los habituales en la oficina, hasta el cocinero, los cámaras submarinos, los buceadores, el capitán, el marinero…

La noche la pasamos navegando hasta llegar al puerto de Carloforte, en la Isla de San Pietro, desde donde preparamos a la mañana siguiente otra expedición en coche en busca de más rederos. Xavier Pastor, Juan Cuetos (fotógrafo), Enrique Talledo, (cámara) y yo, nos montamos en un panda rojo que meteríamos en un ferry para llegar a la isla de San Antioco, donde el anyo pasado ya documentamos esta descarada ilegalidad. Como dice Juan, éramos el FELPE, `frente ecologista de liberación del pez espada`.

Una vez de vuelta en el Ranger y con más rederos retenidos en los objetivos de nuestros cámaras, navegamos hasta alcanzar la cota de los 1000 metros de profundidad, donde suelen faenar los rederos. Pasamos la noche de vigilancia haciendo un semicírculo para llegar al día siguiente de nuevo al puerto de San Telmo, Cagliari. Allí tocaba otro relevo de tripulación, con la extraña y triste sensación que provoca la partida de unos compañeros de travesía, y la curiosidad y alegría por la llegada de los nuevos. Maria José Cornax, Soledad Esnaola y Enrique Talledo, nos decían un hasta luego…