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junio 2, 2005

Buceando en el volcán. Jueves, 2 de Junio de 2005

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Bibiana Alvarez

A unas 50 millas de las islas de Pico y San Jorge se encuentra el banco Joao de Castro, un volcán submarino activo que se yergue desde los 1000 metros de profundidad y cuya cumbre se encuentra solamente a 13 metros de la superficie del mar. Sus emisiones de gas metano a través de fumarolas submarinas y, en general la actividad hidrotermal que se genera alrededor de las mismas constituyen un paisaje impresionante y un ecosistema muy interesante: un oasis superficial e iluminado en medio de un mundo abisal y oscuro, en el centro del Atlántico.

La visita a los bajos de alrededor de las Azores estaba prevista desde antes de la llegada del barco al archipiélago, pero nuestro interés creció a medida que leíamos trabajos científicos sobre este volcán submarino e intercambiábamos impresiones con los investigadores del Departamento de Oceanografía y Pesca de la Universidad de Azores.

Las inmersiones que se habían llevado a cabo los días anteriores en la isla de Faial, donde el Ranger estaba estacionado, lo fueron en condiciones bastante difíciles. El mar estaba agitado, la visibilidad era francamente mala y la temperatura del agua no superaba los 16 grados. A pesar de que el equipo que utilizan los buceadores de Oceana ha sido muy cuidado en términos de calidad y seguridad, lo cierto es que no habíamos previsto por el momento disponer de lo que se denomina ” trajes secos “. Esta es una modalidad de equipo bastante caro pero que permite llevar a cabo inmersiones a temperaturas muy bajas, contrariamente a los trajes húmedos, por cuyo interior circula el agua, y que utilizamos a bordo del Ranger. Al fin y al cabo, la mayor parte de las inmersiones de la expedición estaban previstas para ser realizadas en zonas tropicales y templadas, como el Mediterráneo en verano. Pero Bermudas y sobre todo Azores han sido la excepción.

O sea que Mar Mas y Soledad Esnaola se embutieron respectivamente en un traje semiseco que se había traido Mar y en dos capas de traje húmedo que le aplicamos a Sole, y en esas condiciones se han enfrentado a tres inmersiones diarias de alrededor de cuarenta minutos cada una, vigiladas de cerca por Bibi Alvarez desde la lancha neumática. Bibi ha ” ascendido ” a primera oficial del Ranger con la marcha de Carlos Pérez a España desde Azores para preparar nuevas actividades del barco al llegar al Mediterráneo.

           

Pero a los factores enumerados anteriormente se han añadido nuevas dificultades. Nuestras buceadoras tenían intención de explorar las cuevas submarinas próximas a Horta, pero se lo ha impedido la concentración de miles de carabelas portuguesas ( Physalia physalis ) que se habían agrupado en las calas de esa zona de la isla, impulsadas por el viento y las olas reinantes. La peligrosidad de esos animales familiares de las medusas, debido a su capacidad urticaria – que puede producir la muerte de un ser humano en algunos casos – recomendó modificar esos planes originales. El equipo se trasladó entonces a un monte submarino existente entre las islas de Faisal y Pico. Pero una vez dentro del agua pudieron comprobar que las condiciones de extrema corriente y baja visibilidad hacían la inmersión prácticamente imposible. Por ello, en la zona de las islas debimos conformarnos con inmersiones en áreas menos interesantes, donde se documentaron de todas formas distintas especies de peces, equinodermos y nudibránquios cuyas imágenes todavía tenemos pendientes de analizar.

Cuando salimos el miércoles de Horta no teníamos muchas esperanzas de que nuestra suerte cambiase. Habían 20 nudos de viento, el cielo estaba muy cargado y en la mar, marejadilla. No obstante, tras discutirlo decidimos intentarlo y dirigirnos al volcán submarino del banco Joao de Castro. Llegamos a la mañana siguiente, en el día de ayer, y tras volver a analizar la situación desde el punto de vista de la seguridad de las buceadoras y del resto de la tripulación, y dado que sorprendentemente el viento y el mar iniciaban una mejoría, decidí, conjuntamente con el capitán, la primera oficial y los buceadores que íbamos a intentarlo.

João de Castro 

 

La posición que nos proporcionaba el GPS fue comprobada por la sonda del barco después de sucesivas pasadas. Efectivamente, en el punto previsto, subiendo majestuosamente desde el abismo de un kilómetro, el Joao de Castro presentaba una especie de meseta a 50 metros de profundidad. Solamente tiene 600 por 300 metros de superficie, y desde allí se alzaban diversos picos que forman parte de la caldera del volcán. Uno de ellos nos quedó claramente registrado a 16 metros de profundidad en la sonda. El capitán, Nuño Ramos, ordenó en ese momento largar el fondeo de buceo, consistente en un ancla con 10 metros de cadena y 40 de cabo, acabado en una gran boya naranja, y cuyo objetivo era el de marcar el punto de máxima elevación y proporcionar a las buceadoras una vía para descender y ascender. Un punto de referencia y apoyo en medio del océano. Era difícil acertar en esa superficie tan reducida.

João de CastroLa botadura de la lancha neumática no resultó fácil debido al oleaje, pero un equipo de seis personas dirigido por Nuño y Bibi lo consiguieron sin novedad. Mientras tanto, las buceadoras se equipaban para una primera inmersión de reconocimiento, sin cámaras. Una vez todo dispuesto, se dirigieron a la boya naranja de buceo para iniciar la inmersión. Imposibilitado de fondear a esta profundidad, el Ranger largó su ancla de capa, una especie de pequeño paracaídas que le permite estabilizarse mejor y reducir la deriva mientras se encuentra al pairo.

Serranus atricauda

Al cabo de media hora eterna, vimos a las buceadoras salir del agua y hablar con Bibi, que las esperaba en la lancha, amarrada a su boya de buceo. Inmediatamente recibimos el mensaje por radio desde la embarcación neumática: ” Bingo ! Hemos acertado el sitio de lleno ! “. El ancla de la boya había caido justo junto al pico del volcán, que según informaban Mar y Sole estaba en plena actividad hidrotermal, emitiendo gases, agua caliente y espectaculares sonidos de burbujas. A bordo del Ranger se gritó de alegría.

Tras un prudente periodo de espera para liberarse del nitrógeno acumulado en su sangre durante la primera inmersión, las buceadoras cambiaron sus botellas de aire comprimido, se armaron de cámara de video y fotografía y se volvieron a sumergir. Y así una tercera vez.

Ya hemos visto las imágenes. En un ambiente sembrado de algas verdes, pardas y rojas, con un colorido alterado en ocasiones por la intensidad de las emisiones sulfurosas, nadan – rodeados por espectaculares burbujas que salen de grietas en el fondo y en las paredes – grandes serranos ( Serranus atricauda ), fredís ( Thalassoma pavo ),doncellas ( Coris julis ), viejas ( sparisoma cretense ) y lampugas ( Coriphaena hippurus ). Separados por algunos metros aparece un pequeño cardumen de peces ballesta ( Balistes carolinensis ), algunos ejemplares de salmonetes ( Mullus surmuletus ) y numerosas chopas ( Kyphosus sectatrix ), acompañadas de castañetas azules ( Abudefduf luridus ), entre otras especies que todavía debemos identificar, y acompañados de invertebrados como el gusano de fuego ( Hermodice carunculata ).

João de Castro

Hoy hemos pasado la noche al pairo cerca de la boya. Estudiábamos la posibilidad de repetir las inmersiones y filmar y fotografiar más material. Sin embargo, Mar se ha levantado con un afección en uno de sus oídos, que ha sangrado ligeramente durante la noche. Nada importante, una pequeña venilla dañada, pero suficiente para que hayamos decidido no correr ningún tipo de riesgos. Necesitamos a Mar y a Sole en plena forma.

Por ello hemos optado por izar la lancha y la boya de fondeo a bordo, desplegar las velas y poner rumbo a Lagos, al sur de Portugal, nuestra próxima etapa y el primer puerto continental de Europa al que llegará el Ranger después de su travesía transoceánica. Nuestra arribada a Lagos está prevista para el próximo día 9 de Junio.