abril 20, 2005
Adiós a Harbour Towne Marina ( Fort lauderdale ). Miércoles, 20 de Abril de 2005
Ayer se incorporó un nuevo marineo, José Carlos Corral. También es buceador, desde hace 15 años. ” O sea, que tandrás ya unas 3.000 inmersiones “, le dice Mar. ” Pues la verdad, no las he contado… “. José Carlos ha estado trabajando los últimos tres meses en Zanzíbar, como dive-master. Para los no iniciados en el buceo, la titulación de dive-master permite llevar como guía a grupos de buceadores. Nuestro nuevo compañero de Expedición también es guitarrista. ” Tengo la carrera de clásica pero toco jazz “. Si esto sigue así, igual podemos montar la ” banda del Ranger ” …
Nos movemos. Son las 8:20 de la mañana y el catamarán avanza unos metros para situarse en la zona de repostaje. Parte de la tripulación está dentro recolocando las provisiones, incluidas las reservas de agua. Parece mentira que todo pueda caber en un espacio tan reducido, pero al final Indi, Mar, Sole y Ricardo se las apañan para dejar despejado el messroom ( traducido literalmente ” sala de lío “, un espacio multiusos que dependiendo de la hora del día sirve como sala de lectura y esparcimiento, cocina, comedor y zona de trabajo en general ). Ahora sólo toca esperar a recibir la orden de partida.
Por fin, hoy miércoles, 20 días después de su llegada a Florida, a las 11:30 horas de la mañana, el Oceana ranger abandona Horbour Towne Marina, en dirección a Miami, donde nuestros compañeros de Oceana en Estados Unidos han organizado una rueda de prensa para despedir a la Expedición de aguas norteamericanas. Ya nos ha llamado Sonia Osorio, periodista de la agencia EFE en Miami y ha entrevistado a Ricardo Aguilar.
” Tenemos por delante unas cinco horas de navegación “, nos informa el capitán. Nuestro destino es el Baysida Miamarina, un puerto deportivo en el downtown de Miami.
Nada más salir navegamos entre manglares. Dos ibis se posan majestuosos en la copa de un mangle rojo ( Rhizophora mangle ). También vemos un águila pescadora ( pandion haliaetus ), una garza y muchos pelícanos pardos de Florida ( Pelecanus occidentalis ), que destacan con su cabeza amarilla.
Navegamos a unos tres nudos aproximadamente, pero al salir a mar abierto aumentamos la velocidad a siete. Vamos en paralelo a la costa, a una distancia de unas tres millas. Una línea continua de inmensos rascacielos nos acompaña constantemente durante la travesía. Cinco horas y media después, varios delfines vienen a saludarnos nadando delante de la proa del Ranger. Es la señal de que hemos llegado a Miami. ¡ Y que casualidad ! Según entramos en el puerto, aparece delante de nosotros, majestuoso, el buque escuela Juan Sebastián Elcano, que también está atracado aquí. Le dejamos atrás mientras un cartel nos advierte de que moderemos la velocidad, pues es una zona de manatíes.