julio 2, 2008
2 de julio, 2008
Zarpamos del puerto de Gijón a las 7 de la mañana rumbo al Cañón de Avilés, con el objetivo de encontrar y documentar corales blancos. Al llegar al cañón, frente al Cabo Peñas, a una distancia de casi 9 millas náuticas de costa, sumergimos el Rov y bordeamos el cantil sur del cañón.
Sobre el fondo rocoso de gran pendiente, a más de 200 metros de profundidad, encontramos numerosos colonias de corales blancos (Madrepora oculata), además de gran cantidad de esponjas, anémonas y gorgonias.
El descubrimiento de estas colonias de corales blancos de aguas profundas revela la importancia de este lugar en las costas asturianas. La urgencia de proteger este tipo de ecosistemas especialmente vulnerables radica principalmente en la amenaza que constituyen algunos artes de pesca como el arrastre de fondo para su supervivencia y en que su formación puede llevar ciento o miles de años.
Javier Cristobo, experto en esponjas del Instituto Español de Oceanografía (IEO), nos acompañó durante todo el día a bordo del Ranger colaborando con la campaña en la identificación de las especies de estos animales primitivos encontrados en la zona.
También frente a Cabo Peñas, en el bajo Somos Llungo, sumergimos nuevamente el Rov a unos 55 metros de profundidad y documentamos fondos con gran densidad de organismos y gran variedad de colores: zonas llenas de esponjas champiñón, campos de esponjas grises que podrían ser las especies Pachymatisma johnstonia o Erylus discophorus (especies que no se diferencian externamente; para saberlo habría que tomar una muestra e identificarla basándonos en las espículas) y rocas tapizadas de anémonas joya Corynactis viridis.
Destaca también la presencia de la gorgonia Paramuricea cf grayi, gorgonia cuya distribución ha sido descrita para aguas cálidas (Canarias, Marruecos) y que recientemente ha sido encontrada en las costas de Vizcaya. Este ejemplar podría ser el primer dato de esta gorgonia en aguas asturianas.
Ya de regreso al puerto de Gijón, a las 16:40, nos cruzamos con dos barcos arrastreros de Avilés entrando en el puerto mientras descartaban pequeños pelágicos (posiblemente varias especies: pescadilla, sardina, jurel, etc..). Este inmenso desperdicio de recursos vivos provocado por el uso de aparejos de pesca no selectivos pone en peligro la sostenibilidad futura de las pesquerías y provoca cambios en los ecosistemas.