El problema

 

Los océanos son extensos, pero no son inmunes a la influencia del ser humano. Ya hemos alterado o destruido muchos ecosistemas marinos y llevado especies de millones de años de antigüedad al borde de la extinción. Según un estudio publicado en Science, menos del cuatro por ciento de los océanos permanece inalterado por la actividad humana.

© OCEANA / Enrique TalledoSobreexplotamos los recursos pesqueros

En las últimas décadas, la pesca comercial se ha convertido en un sector de alta tecnología que recibe muchos subsidios y que dispone de sistemas electrónicos pioneros, ordenadores sofisticados, grandes cantidades de combustible y kilómetros de aparejos para buscar y faenar en lugares remotos hasta ahora alejados de los pescadores. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) afirma que el 85% de los stocks pesqueros está totalmente explotado, sobreexplotado o agotado.

Vertemos demasiados contaminantes al agua

El mercurio es un contaminante tóxico emitido por las plantas industriales que hay en tierra firme. El mercurio se reintroduce en nuestra cadena trófica a través del pescado con consecuencias potencialmente graves. De hecho, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición recomienda a los menores de 3 años y a las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia evitar el consumo de varias especies de pescado por estar contaminadas”.

Mientras, las jaulas de engorde que se encuentran frente al litoral no sólo no eliminan la presión que sufren las especies salvajes, sino que provocan una mayor sobrepesca para alimentar a los peces de las jaulas, e impactan de forma muy negativa sobre el hábitat del fondo marino. Los residuos de los peces de las jaulas de engorde cubren el fondo marino, y acaban con el oxígeno y la vida.

Por último, aunque tal vez sea lo más alarmante, el dióxido de carbono hace que nuestros océanos sean cambio climático y más acidificación. Como resultado, cada vez es más difícil para corales y a otras especies de la base de la cadena alimenticia marina crear sus conchas y esqueletos calcáreos. Sin una reducción drástica de las emisiones de dióxido de carbono, muchos de los arrecifes de coral desaparecerán, lo que provocará el colapso de  numerosos ecosistemas marinos.

Destruimos la biodiversidad marina

Los artes de pesca destructivos como las redes de deriva, el palangre  y el arrastre de fondo destruyen los ecosistemas marinos y matan indiscriminadamente a peces y otras especies de fauna marina, como aves marinas y mamíferos marinos. Todos los años, se lanzan por la borda más de 7 millones de toneladas de descartes y capturas accidentales debido a estas técnicas de pesca tan derrochadoras.

Los arrastreros de fondo utilizan redes con pesos por el fondo marino que son arrastradas en busca de peces o crustáceos en una práctica que sería equivalente a talar todo un bosque para cazar un solo conejo. En un instante, los arrastreros de fondo destruyen hábitats con siglos de antigüedad, como los jardines de coral, y los convierten en llanuras estériles.

Especies amenazadas de tortugas marinas se ahogan al morder los anzuelos de palangres mientras que a los tiburones se les cortan las aletas del cuerpo, para tirar luego éste por la borda.

El cambio climático, la sobrepesca, la contaminación y la destrucción de hábitats devastan los mares europeosEl cambio climático, la sobrepesca, la contaminación y la destrucción de hábitats devastan los mares europeos (PDF)