Sobre las tortugas marinas
Existen siete especies de tortugas marinas. Seis de estas especies se pueden encontrar en aguas europeas: la tortuga verde, la tortuga carey, la tortuga boba, la tortuga laúd, la tortuga olivácea y la tortuga golfina. Una séptima, la tortuga franca oriental, vive en las aguas de Australia.
Las hembras de las tortugas marinas, al igual que otros reptiles, ponen huevos. La mayoría de las especies se acercan a las playas de noche para desovar, aunque la tortuga golfina y la olivácea también lo hacen durante el día. Al anidar o “empollar”, la hembra excava un agujero con sus aletas traseras, y deposita entre 30 y 200 huevos, según la especie. Una vez que la hembra pone sus huevos y los entierra, vuelve de inmediato al mar, dejando los huevos sin vigilancia.
El sexo de la tortuga dependerá de la temperatura de la arena y cuando ésta es alta, se formarán las hembras. A lo largo de la costa atlántica de los EE UU, las temperaturas son más bajas en el norte, así que cuanto más al norte desoven las tortugas, más posibilidades habrá de que las crías sean machos.
Tras un periodo de incubación de unas 6-10 semanas, según la especie, las crías rompen el cascarón e inician el agotador camino desde su nido cubierto por la arena. Utilizando la luz natural de la luna, las crías se abren camino hacia el mar y comienzan a nadar en la dirección de las olas.
Tanto en el nido como en su camino hacia el agua, las tortugas se exponen a muchos peligros: ser atropelladas por personas o vehículos, cazadas por aves u otros animales o a quedar desorientadas por culpa de la luz artificial. Pero los peligros no acaban aquí. Una vez en el agua, se enfrentan a otros depredadores y a desafíos como los productos contaminantes, dragados, deshechos marinos, choques con barcos o a ser capturadas en las pesquerías. Cuando las crías entran en el agua, comienzan a nadar frenéticamente alejándose de la costa. Puesto que se sabe muy poco de lo que ocurre en esta primera etapa, muchos investigadores se refieren a los primeros años como los “años perdidos”.
Incluso al llegar a la madurez, las tortugas marinas siguen expuestas al peligro de los depredadores, como tiburones, orcas y, en algunos lugares, cocodrilos. Las tortugas más grandes son de crecimiento más lento, como el caso de la tortuga boba, y no alcanzan la madurez sexual hasta aproximadamente los 32 años de edad. Otras especies de tortugas marinas más pequeñas, como la tortuga golfina, pueden alcanzar la madurez a la edad de 7 años. Una vez que las hembras han alcanzado la madurez, se dirigen a la misma playa donde nacieron para poner sus huevos. Las hembras utilizan los campos magnéticos de la Tierra y otras pistas para guiarse y continuar así el ciclo de la vida.