Especies amenazadas: Visión general
Las especies marinas sufren impactos derivados de la actividad humana, como pueden ser la sobrepesca, la destrucción de hábitat, la contaminación e incluso el cambio climático. Como consecuencia de esto, cada vez son más las que se encuentran en riesgo. Cetáceos y tortugas son algunas de las más conocidas, pero otras como los tiburones, corales, gorgonias o praderas de fanerógamas o algas también se hallan en seria amenaza en algunos casos.
La protección en Europa todavía es deficiente y el caso de la Directiva Hábitats, que sólo contiene 16 especies marinas, es un buen ejemplo. Respecto a los convenios internacionales en aguas europeas, como el Convenio de Barcelona, el Convenio de OSPAR, el Convenio HELCOM, el Convenio de Bonn y sus acuerdos regionales, así como el Convenio de Berna o CITES, mejoran algo la legislación europea pero están lejos de contener todas las especies marinas amenazadas. Además, los convenios son un refuerzo y no una sustitución de la legislación, ya que esta debe incorporar planes de gestión para las especies amenazadas.
La clasificación por grados de amenaza de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y las recomendaciones de otros expertos aportan suficiente información sobre las necesidades y carencias en la protección de especies marinas. De este modo, incluir esas especies en las legislaciones nacionales y en la europea representa un mínimo aceptable para la conservación de las especies y la biodiversidad marina en Europa.
Oceana, como primer paso, propone la inclusión de más de 400 especies marinas en las legislaciones europea y española, entre ellas tiburones (amenazados por su baja tasa de reproducción), corales (por su lento crecimiento), gorgonias, esponjas, algas y peces, muchos de ellos víctimas de la sobreexplotación pesquera.
Los avances en la investigación de estas y otras especies están ayudando a conocer su distribución, desconocida en la mayoría de los casos, y mejorar las medidas de conservación.