La pesca de arrastre agota a las especies de las profundidades marinas

Cada vez son más los grupos de científicos, incluidos los del ICES, que reclaman la paralización de estas pesquerías.

Press Release Date: agosto 19, 2013

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Oceana teme que los tiburones de profundidad estén al borde del colapso.

El bacalao, la merluza o el besugo están desapareciendo, mientras que brótolas, marucas, alfonsinos, peces reloj o brosmios, están sustituyendo paulatinamente a estas especies tradicionales cada vez más escasas. Durante los últimos años, muchas de estas “nuevas especies” ya han llegado a los mercados europeos, pero de continuarse con el ritmo de sobreexplotación actual, algunas podrían también desaparecer, antes incluso de que hayamos aprendido sus nombres.

Las redes de los buques de arrastre ya llegan a zonas de casi 2 kilómetros de profundidad, donde capturan especies que sólo han sido conocidas por la ciencia recientemente. Otras artes de pesca, como palangres de profundidad, redes fijas y nasas, también participan en la captura de estas especies.

La mayoría de los stocks de peces de profundidad se encuentran sobreexplotados o incluso agotados, a pesar de que las pesquerías de estas especies apenas llevan desarrollándose un par de décadas.

Las pesquerías de especies de profundidad comenzaron durante los años ochenta por parte de la antigua flota de la URSS, a la que rápidamente se sumaron muchos países europeos. Hoy en día, los principales países implicados en estas pesquerías son Noruega e Islandia, seguidos por Islas Faroes, Francia, España, Reino Unido y Dinamarca, entre otros, con capturas cercanas a las 200.000 toneladas al año. Las principales especies perseguidas por estas flotas son el fletán negro, los granaderos, el brosmio, las marucas, el pejerrey y los tiburones de profundidad, además de algunos crustáceos como las gambas de profundidad o el cangrejo rojo.

Muchas son especies de crecimiento lento, baja tasa reproductiva y gran longevidad, lo que las hace especialmente vulnerables a la explotación comercial.

Diferentes estudios científicos han calculado que los niveles de capturas admisibles para no sobreexplotar estas poblaciones de peces, deberían ser tan bajos que no sería posible realizar pesquerías sobre ellos que resulten económicamente rentables. Así, un reciente trabajo estimaba en menos de un 5% el volumen de capturas totales que sería aceptable pescar sobre la biomasa virgen de estas especies. Es decir, se desaconseja que se pesque más de un cinco por ciento del peso total de las poblaciones originales. En algunos casos, como el del pez reloj, el límite de capturas podría no admitir más de un 1% ó 2% de la biomasa virgen.

Algunas de estas pesquerías, además, crean un gran número de capturas accidentales y descartes, por lo que también se pone en peligro a otras especies sin interés comercial.

 A ello se une la destructividad de algunas artes de pesca como el arrastre de fondo, que en segundos puede destruir hábitats marinos que han tardado miles de años en formarse, como los arrecifes de corales de profundidad.

El Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES) – al que pertenecen más de 1.600 científicos de todo el Atlántico Nordeste, incluyendo muchos del Instituto Español de Oceanografía (IEO)- ha dado la voz de alerta y ha pedido la paralización de muchas pesquerías de arrastre de profundidad, la reducción drástica en otras e impedir la expansión a otras áreas o stocks. También, denuncia que la falta de datos fiables sobre las capturas de estas especies y pesquerías por parte de los países que desarrollan esta actividad esconde un impacto aún mayor del ya considerado preocupante.

Todas las “nuevas especies” sobre las que se tienen datos muestran claros signos de declive, agotamiento o sobreexplotación. Resultan especialmente preocupantes las pesquerías de especies como el pez reloj, el brosmio, la maruca azul o los tiburones de profundidad.

Los científicos han puesto especial atención en la peligrosa situación de estos tiburones pidiendo que se suspendan todas las pesquerías sobre estas especies.

Existen varias decenas de especies de tiburones de profundidad. Normalmente se trata de especies de pequeño tamaño (de poco más de un metro de longitud). Entre ellas destacan en las pesquerías europeas el tiburón portugués o pailona, los quelvachos o las lijas. En los últimos años se ha informado de capturas de cerca de 10.000 toneladas de tiburones de profundidad, pero se cree que la cifra real tiene que ser muy superior.

También recientemente científicos de distintos países se han dirigido a la presidencia británica de la UE y a otros gobiernos del Atlántico Norte para que prohíba el arrastre de fondo en alta mar, una de las principales causas apuntadas como causantes de esta situación y del deterioro de los ecosistemas marinos de grandes profundidades.

“A finales de 2004, desde Oceana se alertó del peligroso momento en que se encontraba la anchoa del Cantábrico y no se nos hizo caso;  también solicitamos a la UE que no permitiera capturas de tiburones de profundidad, y  nuevamente se nos ignoró. Ahora sus poblaciones están al borde del colapso. No es una cuestión de videncia ni predicciones, sino de abrir los ojos y hacer caso a los datos científicos, algo muy raro en la política pesquera de la UE”, ha declarado Xavier Pastor, Director de Oceana en Europa.

Otros tiburones, como la mielga y el cailón (o marrajo sardinero) – para los que Oceana pidió el año pasado a la UE su inclusión en los listados de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES)-, también son referenciados por el ICES como las especies en peor situación, recomendando su urgente protección.