Overview
La zona del mar Cantábrico y el Atlántico gallego se caracteriza por la combinación de aguas procedentes de giros subpolares y de giros subtropicales. Esta peculariedad, añadida a otros factores más complejos, proporciona importantes afloramientos y hundimientos de nutrientes. Además, con cerca de 300.000 km2 de superficie marina dentro de sus aguas territoriales y Zona Económica Exclusiva (ZEE), el área galaico-cantábrica es la segunda mayor superficie oceánica de España tras las aguas canarias.
La zona del mar Cantábrico y el Atlántico gallego se caracteriza por la combinación de aguas procedentes de giros subpolares y de giros subtropicales. Esta peculariedad, añadida a otros factores más complejos, proporciona importantes afloramientos y hundimientos de nutrientes. Además, con cerca de 300.000 km2 de superficie marina dentro de sus aguas territoriales y Zona Económica Exclusiva (ZEE), el área galaico-cantábrica es la segunda mayor superficie oceánica de España tras las aguas canarias.
A pesar de ello, la extensión protegida en esta zona apenas llega a las 250.000 ha.; es decir, menos de un 1%. De ellas, un 94% corresponde a la recientemente creada Área Marina Protegida de El Cachucho (la única zona protegida de España exclusivamente marina). El resto se distribuye entre las reservas marinas gallegas de Os Miñarzos (2.072 ha.) y ría de Cedeira (800 ha.), el Parque Nacional das Illas Atlánticas (7.200 ha.), y los biotopos protegidos de Gaztelugatxe (129 ha.) y Deba-Zumaia (3.740 ha.). Es decir, existen 6 espacios marinos protegidos en toda la zona galaico-cantábrica: 3 en Galicia, 1 frente a Asturias y 2 en Euskadi.
Si finalmente España ampliase su Zona Económica Exclusiva (ZEE) hasta las 350 millas náuticas, supondría que las aguas españolas en el Atlántico Norte aumentarían hasta los 450.000 km2 y, por tanto, la superficie protegida se vería reducida a sólo un 0,7%.
El mal estado de los recursos pesqueros, la gran cantidad de basuras encontradas y la necesidad de cumplir con los objetivos internacionales para detener la pérdida de biodiversidad exigen la creación inmediata de nuevas áreas marinas protegidas en el mar Cantábrico y aguas atlánticas gallegas.
Tras la expedición realizada en 2008 Oceana ha identificado diversas zonas a lo largo del área galaico- cantábrica que por su importancia ecológica y por la diversidad de especies y hábitats que albergan deben ser protegidas de forma urgente, como es el caso del Jaizkibel y el cañón de Capbretón en Euskadi, el Cabo de Ajo y algunos bajos como Castro Verde y la Maruca en Cantabria, el cañón de Avilés y del Cabo de Peñas en Asturias y Estaca de Bares o la ampliación del Parque Illas Atlánticas en Galicia, entre otras.
Entre todas estas áreas, destacan por su urgencia la ampliación del Parque Nacional das Illas Atlánticas en Galicia y la creación de un corredor ecológico marino entre Donostia y Biarritz, que incluiría la protección del área marina frente a los montes Ulia y Jaizkibel en el litoral guipuzcoano.
Los trabajos realizados por Oceana en la zona cantábrico-galaica aportan información novedosa sobre lugares de interés ecológico para la ampliación de la red de espacios protegidos marinos. De esta manera, Oceana contribuye a que España cumpla con sus compromisos, tanto los incluidos en la Directiva de Hábitats de la UE, como los acuerdos de la convención de OSPAR y de la Convención de Biodiversidad de Naciones Unidas, ya que todos ellos exigen poner freno a la pérdida de diversidad biológica y crear nuevas áreas protegidas. Para alcanzar estos objetivos, debería protegerse, al menos, un 10% de la superficie marina bajo jurisdicción del Gobierno español, incluyendo la ZEE en cada una de las biorregiones, como el mar Cantábrico y las aguas atlánticas gallegas.
Durante dos meses y medio, una tripulación de 13 personas recorrió el litoral gallego y cantábrico a bordo del catamarán Oceana Ranger. En total, se realizaron 51 inmersiones con ROV (Remote Operated Vehicle) y 54 inmersiones con submarinistas o lo que es lo mismo, se grabaron más de 100 horas de video y se tomaron más de 4.000 fotografías submarinas. Los lugares de muestreo se seleccionaron teniendo en cuenta varios factores, como la existencia de posibles puntos “calientes” de biodiversidad, la disposición de material bibliográfico sobre la zona, el conocimiento empírico de pescadores, submarinistas e investigadores y la inexistencia de información y por tanto, su potencial interés.
Se observaron montañas submarinas, cañones, cuevas y extraplomos y se hallaron praderas de fanerógamas marinas, bosques de quelpos, fondos de mäerl, jardines de corales y gorgonias y arrecifes entre otros.
El estudio también detectó amenazas, como la presencia de centenares de especies invasoras, la contaminación, los descartes y las capturas accidentales de especies protegidas, la sobreexplotación pesquera, el impacto de la pesca sobre los fondos marinos, el los efectos del cambio climático en la temperatura del agua y en la distribución de especies, así con el impacto de la extracción de minerales.