Día de puerto: amanecemos en Holanda, rodeados de molinos y a 4 metros bajo el suelo, pero esta vez no hay historias de amor rocambolescas y de antemano predecibles, tan solo es la marea. Después de una incursión nocturna por las calles de Groningen, cada criatura ha vuelto a su nido, madriguera, refugio o camastro y no tenemos que contar ninguna deserción.