Overview
La acidificación es una de las múltiples consecuencias de las emisiones de CO2, que a su vez han acelerado el cambio climático, éste es de hecho uno de los retos más importantes a los que debe hacer frente la humanidad en este siglo. El clima ha variado constantemente a lo largo de la historia del planeta debido a cambios asociados a la actividad solar o a la actividad volcánica, pero desde la Revolución Industrial la acción humana representa un papel indiscutible en este proceso.
No todo el CO2 emitido se acumula en la atmósfera. Los océanos y los bosques actúan como sumideros y ejercen un importante papel atenuador en los impactos producidos por el cambio climático. Desde los comienzos de la industrialización los océanos han absorbido el 30% de las emisiones de CO2, lo que unido al continuo y rápido incremento de éstas, tiene graves consecuencias para la composición química del agua marina, así como en los ecosistemas y la biodiversidad. Oceana reclama la reducción urgente de las emisiones de CO2 y su estabilización en los 350ppm desde los 387 ppm actuales.
Oceana trabaja para que el fenómeno de la acidificación sea reconocido como una grave consecuencia asociada a los impactos del cambio climático. Se deben tomar todas las medidas necesarias para frenar y contrarrestar dicho fenómeno, e incluir éstas tanto en las políticas de la Unión Europea como en las convenciones internacionales del clima, como por ejemplo las Cumbres de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
Oceana promueve el impulso decidido a la investigación del fenómeno de acidificación a escala global y de forma particular en el mar Mediterráneo, donde la escasez de datos y estudios es alarmante. Por ello se solicita la creación de un Observatorio Internacional de la Acidificación que nos ayude a estudiar, vigilar y profundizar en los graves efectos que el CO2 está ocasionando en nuestros mares y océanos.
Para que esto sea posible se necesita un compromiso serio, vinculante y basado en datos científicos tanto por parte tanto de los países desarrollados como por los países en vías de desarrollo y las economías emergentes. Sin un compromiso coordinado de toda la comunidad internacional no seremos capaces de afrontar este reto. La acción individual de cada país solo tiene sentido si los demás actúan de forma recíproca.